28 de diciembre de 2008

ADIOS AMIGO

Al violinista Jorge Pinchevsky

Humedades del invierno en el que partiste, me recuerdan tu voz,
Violín sangrante frente a los últimos gestos del olvido.
Los infiernos y el cielo jugaban a encontrarnos en las sombras acústicas..
Orgullo del desdén que tienen los instantes no elegidos.
Amenaza sagrada, misterios,
Alucinaciones para que nadie pueda y nadie sepa
que habíamos sonreído un día temprano en todas las praderas.
Después no necesitamos recompensas, vivíamos saciados.
La humedad de la noche siempre nos hacia pensar en los amigos muertos,
En las paredes nuestros nombres nos llamaban, pero quedábamos ciegos.
Te fuiste amigo, disolviendo en tu viaje todo comienzo.
Ayer me pregunté quien eras, y tú me respondiste
Nunca estuve aquí, solo fueron ilusiones las que nos acercaron a los puertos vírgenes.
No había allí embarcación a punto de zarpar a tierras prometidas,
A nuestras costumbres bárbaras.
Sueños milenarios, inscripciones sobre las piedras que borró el tiempo,
nos vieron pasar juntos.
Ningún recuerdo, todas las historias murieron con tu muerte.
El tiempo se hizo piel del hastìo, vago mutismo, alienado silencio.
Encendí las antorchas y el rojo fuego fue la nueva sed con la que te despedí de lejos.
Llamas que se ofrecían a ser devoradas por cualquiera de nosotros dos,
sin darnos cuenta que ya nos habíamos tragado el universo.
Porvenir de fosforescencias que nunca más tendremos.
Ahora solo queda el oficio que un día nos reconocimos, éramos náufragos.
Usamos mucho tiempo en querer encontrar la inmensidad del amor,
que nos rescató para hacernos estatuas, sal marina para el viento.
Tú no aceptaste ninguna movilidad y así quedaste quieto.
Extrañabas del aire los perfumes inciertos
Debo reconocer que no era fácil saber que te alejabas,
y te dejé partir sin atavismos. Nada fue verdadero.
Todo encandiló las transparencias frente a tu muerte.
Yo no quise saber como fue tu última caída.
El telón de la plateada obra fue negro.
Sin visiones, te fuiste. Nadie fue testigo.
Nostalgia desesperanzada porque los aires pudieron con tu cuerpo.
Una rebeldía intacta, inmaculada, hoy me dice que ya no gastas,
Que no quisiste reconocer tus huesos enmascarados.
Viejas ternuras que no eran de tu raza.
Adiós Amigo, esta sustancia que intenta llenar los huecos que nosotros mismos
defraudamos, es la deriva. Antares te aguardaba.
Una realidad que nunca tuvo sed, te alejó del lado de los amigos.
Clausuro frente a tu partida todas las puertas del deseo y te digo adiós, a solas
Cuerpo caído en las planicies donde nadie estuvo presente.
La eternidad nos encontrará mas lejos que el lejano mundo que nos consumía.
Te fuiste amigo y te volveré a encontrar entre las letras,
con el hambre que tienen los mendigos.
No habrá cielo y toda saciedad se hará imposible
Innoble paz antes de abrir el último escenario a los recuerdos,
Intemperie inabordable del sueño.
No pienso, dispongo a mi antojo los objetos que rodean esta melancolía
y permanezco sutil frente al último suspiro.
Victima de un tropiezo jamás imaginado, golpe ascendiendo por atrás del jardín, que jamás inventamos.
Olvidos, inconstancia de las sensaciones dejadas por nuestros besos,
en lo más incierto de cualquier madrugada.
Todo adiós nos recordaba los comienzos.
Despliego la memoria, intolerables reflejos de una frontera que nunca fue nuestra.
Estarás en cualquier lugar del mundo.
Lejos de todos, de ti, de mí, de todos.
lucia serrano

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