Llegarás una tarde sin insignias
y esperarás el nuevo día
para sembrar los campos
al alba muy temprano.
No habrá que huir
desesperado entre sombras,
ni habrá que soportar
extraños rumores.
Piensa que dios es grande,
y olvida la vileza de los pobres,
la miseria de los mentirosos,
la maldad de los tontos.
Tú llegarás maldito,
y serás bienvenido entre los hombres,
¡A trabajar muchachos!
que ya no habrá más amargura
en estos campos nuestros.
Tú repartirás justicia entre tu pueblo
y contarás los días con tu oficio,
para esperar la eternidad viviendo.
Lucía Serrano
Ojalá, llegue.
ResponderEliminarUn saludo