18 de abril de 2010

CULTIVEMOS LA BRUMA

¡Oh duendes de la fría locura nocturana!, me desnudo ante
ustedes para tentar a los demonios que miran la tristeza en
los espejos.
Musa querida, presencia de fuertes ideas, opio divino para
los cazadores perdidos en carnavales juveniles, ven, te necesi-
to cerca.
Son sílabas antiguas las que transmitieron a mi sangre el eco
de los laberintos.
Un amor en libertad es lo único que todavía me exalta.
Los misterios iluminan la dignidad de un corazón repitiendo
desvíos, a todo lo que ofrece entre sus pasos, posibles sollo-
zos de una sangre cristiana que ama el sacrificio.
Es la inercia de planes no deseados, con hombres que sin
sueños viven entre sombras y viven muertos.
Yo, poseyendo una nave que tiene instrumentos de precisión
y viaja por todas las alturas donde soplan vientos libres, les
hablo de las diferencias.
Ellos sonríen frente al desconocimiento y yo contesto, de no
ser posible, entonces más música, más ruido, más nada.
Cultivemos la bruma, tal vez allí esté la libertad de un hombre.

LUCIA SERRANO (del libro Mística del Caos)

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