1 de febrero de 2012

I N T R O D U C C I O N

Noches y días danzando honores desconocidos escribía, no necesitaba recompensas,
la poesía era el vértigo posible, el amor al amor.
Entre las letras el yo de mi fue todo mirada, memoria revelada.
Viajando, la misma pregunta fue teniendo diferentes respuestas.
Años enteros fui secuestrada por las palabras, alquimicé mi vida para encontrar la verdad, ansiaba conocer la memoria que me había creado, el recuerdo originario.
Comencé por recordar y sospeché poseer un anterior, marca o destino, y ese fue todo mi viaje. Escribiendo rocé el amor que no tenía, las palabras se hicieron materia y se deshumanizaron las horas.
Buscando la realidad de mi propio ser, encontré al poeta, su vida era un porvenir esperado. Al terminar el armado del libro, lo desarmé una y mil veces, después estuvo terminado. Durante un tiempo largo me enamoré del poeta, como si fuera otro cuerpo su voz. Aislé mi vida y me atravesaron siglos, aventuras insospechadas, memorias de un inacabable júbilo, luz de una inteligencia moviéndose en la quietud de mis días, sílabas encendidas entre rocas, barca navegando sombras, otras latitudes.
Pausas de una sangre indiferente al muro.
Busqué, lo reconozco, entre las letras, lo desmedido de un corazón libre.
Mi vida, vivió para escribirlas
Lucía Serrano

(del libro de L.S. “Blues para la Corona”)

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