30 de mayo de 2013

LOS ENCUENTROS
II

Sí, la noche te trajo. Yo, dorada,
prosa, casto limón, convaleciente
del último quizás de tu mirada,
bajé por la ternura de repente.

¿Qué hiciste entonces con tu boca urgente
en mi mano de libro y enramada?
Trataste como un gajo del poniente
la mano que me sigue iluminada?

No sé. No sé enterarme de este asunto.
No sé. No sé: me conmoví despacio.
(Quede la sinrazón por testimonio)

Pero recuerdo que a las nueve en punto
rodó ya carcomido en su palacio
mi corazón de estatua y de demonio.


CARILDA OLIVER LABRACuba-1924
De “Las sílabas y el tiempo”

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